Veranos Jebis

Cuentan que había una crisis. Primero mundial, luego parece que de algunos más que de otros.

Con la crisis hemos hecho a los periodistas, economistas; a los albañiles, indigentes y a los pensionistas, viajeros de low-cost.

Tampoco el humor se escapa y muchos han buscado en el paraguas de la comedia su sustento para capear el temporal. Otros han venido para quedarse y otros han venido a aprovecharse.

Este verano está siendo muy revelador al respecto. El verano de los jebis suele ser un puto infierno, por aquello de tener que ir siempre de negro. Pero hay más veranos jebis: los que vive, padece y siente este cómico heavy que va de norte a sur y de este a oeste escuchando cd’s variados para no dormirse en carretera.

Y sí, no se saca lo mismo si te dedicas a copiar un poco de aquí y otro poco de allá. Pero te vas a la cama a sudar la satisfacción de la risa crecida en un rostro a partir tu visceral creación. Y eso no hay dinero que lo pague. Es como el que es funcionario porque su padre le sopló el examen en lugar de haber estudiado y sacado el tema limpiamente. Los miserables, los deshonestos, quedan marcados de por vida con un tufillo a podredumbre que hace que los amigos solo se arrimen para pedir y no para dar.

Los veranos ayudan a crecer en comedia, son etapas de reflexión (si tienes pocos bolos) y de cambio (si tienes muchos y te empiezas a aburrir). Los veranos jebis son un poco de todo: de renovación, de valoración y de revisar la actitud ante lo que venga mañana.

Son veranos guapos, aunque el calor deje la melena chorreando y las existencias de cerveza bajo mínimos.

Seguimos en la lucha…